Cuenta la leyenda que existió en la región más fría de la tierra un palacio hecho completamente de hielo, en él habitaba la más poderosa y temible dama, conocida como la Reina de las Nieves.

Era la protectora de los bosques helados, guardiana del eterno invierno. Un día, el rumor de que una sombra malvada se había acentado en el bosque llegó hasta sus oídos y sin pensarlo dos veces salió a su caza.

Sus guerreras montaban enormes cisnes cuyos graznidos lograban aturdir a sus enemigos y sus guerreros mitad hielo congelaban cualquier cosa con solo uno de sus soplos. Juntos logran echar la oscura maldad del bosque, pero este, con su último suspiro logra maldecirla, arrancándole de un zarpazo la visión a la Reina.

Sumida en la más profunda depresión, el reino comienza a menguar, las tormentas heladas se vuelven impenetrables y el caos comienza a apoderarse de todo. 

El sol, viendo la tristeza y desolación que abrumaba a la reina suelta una lágrima de luz que cae sobre la última flor viva en el reino. Un sabio, quién fue testigo de lo sucedido la recoge y lleva al palacio en dónde prepara una infusión que logra hacer beber a la reina recuperando su vista y volviendo a llenar todo el reino de las nieves con su luz.